sábado, 29 de septiembre de 2012

EL HERPES ZÓSTER

EL HERPES ZÓSTER Rara es la persona de edad adulta que no ha pasado la varicela. Bien siendo niño o en la juventud, casi todos hemos tenido esa enfermedad caracterizada por picor, calor, vesículas en la piel y en la que nos recomendaban (muy a nuestro pesar) no rascarnos ni lavarnos so pena de dejar cicatrices en la piel. Con el paso de los años, nos acabamos olvidando de ella y simplemente comentamos en algún momento que “ya pasé la varicela”, sin darnos cuenta que puede que en realidad no la hayamos pasado, sino que en cierto modo aún sigue activa dentro de nosotros. LATENCIA Los que tienen familia en los pueblos o bien los que tienen a alguna persona mayor cercana, es posible que en alguna ocasión les hayan escuchado hablar de “la culebrilla”, un picor con enrojecimiento de la piel que empieza a enroscarse por el cuerpo (normalmente en el tórax) y que según la tradición popular, si se enrosca del todo, si se cierra, puede causar la muerte. La realidad no es tan dramática. Al menos en la actualidad. Esa “culebrilla” no es otra cosa que el Herpes Zóster, y éste no es más que una reactivación del virus de la varicela. Una vez que hemos pasado la varicela, si bien el sistema inmunológico lo elimina de casi todo el organismo, queda latente en los ganglios nerviosos, tanto los dorsales como los del trigémino. El virus puede permanecer en ese estado durante mucho tiempo, pero cuando el sistema inmunológico se ve disminuido (bien por una enfermedad, una situación de estrés, falta de sueño, etc.), el virus se reactiva y se replica en las neuronas (las células nerviosas), y aunque no provoca de nuevo la varicela, sí afecta a los nervios. Es en ese momento en el que notamos inflamación de la piel con vesículas y un dolor neural debido a la irritación de los nervios afectados. Hay personas que no muestran unos claros síntomas en la piel, pero la mayoría se quejan de dolor de cabeza, fiebre y dolor (en algunos casos muy fuerte) en la zona en la que luego aparecerán manchas que se tornarán en vesículas. Si el herpes se desarrolla en la zona ocular, se debe tener especial precaución, ya que puede llegar a afectar a la visión. CONTAGIO El zóster, como se ha dicho, es el virus de la varicela. Su fase de contagio es en el momento en el que el enfermo presenta las ampollas y es por contacto directo. Es decir, es necesario tocar las vesículas de una persona afectada para contagiarse. No se contagia por la respiración. Evidentemente, si la persona contagiada no ha pasado la varicela, en lugar de desarrollar también un herpes zóster, lo que desarrollará es una Varicela. La virulencia de ésta, dependerá del estado inmunológico del receptor. QUÉ HACER Cuando se presenta un cuadro que ha sido médicamente diagnosticado como herpes zóster, las ayudas que se pueden ofrecer deben pasar, desde las técnicas naturales, básicamente por estimular el sistema inmunológico para que se encargue de controlar al virus. Desde la homeopatía, se puede tratar con Rhus Toxicodendron (el principal en estos casos, teniendo en cuenta que se presenta un cuadro de picores paroxísticos, edema vesiculoso, ardoroso, piel roja con vesículas y con líquido dentro de ellas que empeora con el frío), Cantharis (para vesículas que aparecen en línea y con sensación de ardor y picor) o Mezereum (vesículas que forman costras blancas y picor agravado por la noche). Es aconsejable que se acompañe la homeopatía (especialmente si no está dirigida por un profesional) con complementos tales como la vitamina C (siempre y cuando no haya problemas intestinales), Lisina (un aminoácido muy recomendable en casos de herpes zóster debido a su poder antivírico), oligoelemento Cobre (para cualquier tipo de infección vírica), vitamina B12 y Germanio en forma de sesquióxido. Si bien el herpes zóster tiene muy mala fama y por ello se acuñó el término de “culebrilla”, debemos recordar que el sistema inmunológico es fundamental en este caso, y que en tiempos pasados, no siempre era posible aumentarlo para que pudiera combatir adecuadamente los embites de cualquier tipo de infección. De cualquiera de las maneras, si bien se le debe perder el miedo, debemos tener precaución, porque puede ser un problema muy molesto y doloroso y debe ser tratado lo antes posible.

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